El Bazarraco

Eran tiempos en los que veía y sufría con frecuencia el cielo roto multicolor, entre la luz nocturna de la ciudad, el rojo del amanecer y las nubes desgarradas. Sin moverme apenas de mi población, aunque ya conocía el placer de viajar y las ganancias que brinda la oportunidad de saborear lugares lejanos; lo que había comenzado como mero interés musical con actitud indomable, yendo a incontables conciertos, pasó a una mayor asiduidad en la ronda de bares. Muchas noches que tenían un final, en las que no había aprendido lo suficiente, ni mucho menos, pero los demás estaban peor, o eso parecía...

Entre otros shows, pude disfrutar de La Frontera, Burning, Barón Rojo, Ñu, Discípulos de Dionisos, AC/NE, Wilko Johnson, Lenny Kravitz, Supagroup, Mother Superior, Danni Leigh, Steve Young, Marcus Malone, Mike Stern...

Aunque ya hacía unos pocos años que el botellín de Mahou había cambiado de envase y el uso del mp3 estaba bastante extendido amenazando la música de los bares, aún sobrevivía el CD a buen volumen en equipos Hi-Fi decentes, combinado con algunos DVD's proyectados en televisores de tubo. El coste de alternar con precios que ya no estaban en pesetas aún era módico y aquello de cerrar cuando a cada uno le daba la gana, se había convertido en las 4:30 a.m. para que la selección natural y la inercia condujesen a situaciones al estilo Alguien voló sobre el nido del cuco en un after rodeado de toda la decrepitud, hartos a la vez que ansiosos.

Mahou 70's - 2010
 
No tardaría en entrar en vigor la "ley antitabaco", pero mientras tanto, los locales mantenían sus nubes de humo y el olor impregnaba la ropa, el cabello y llegados a casa, la almohada y la habitación. Recibías perdigonazos y la pestilencia de quienes les cantaba el pozo, pero todo ello bien camuflado. El precio de no respirar tanta porquería fue, poco después, el tufo a pies, pedos, culos y sobacos, cuando ya nadie tenía permitido fumar en el interior. Había garitos varios y diversos, de ambiente rockero, heavy, punki, punk-rocker, hippy, bohemio, folk, grunge, mod y algunos genéricos con una mezcla de todo. Lo más común era percibir el aroma característico a porro al entrar, que todo hay que decirlo, tenía su punto... Yo ya había padecido algunos desengaños respecto a mi ideal adolescente del ambiente del Rock, todo aquello del buen rollo, el respeto y la libertad..., pero aún era un pardillo en cuanto al panorama real. La verdad (infectada y distorsionada con total demagogia) es que el vicio está en todo lugar y ámbito y que tod@s le dan a ello (casi tod@s). Recuerdo un concierto de Soziedad Alkoholika en un pueblo al que fui en mi Peugeot 205 Mito y llevé a algunos chavales que iban por el pub que más frecuentaba. Nos paró la "Benemérita" en un control justo antes de llegar y supongo que su asombro fue que estábamos limpios como los chorros del oro, por tanto, hay de todo en la viña del Señor...

En el ambiente que describo pululaba ganado de todo pelaje: La Muerta y La Tuerta a.k.a. Las Abducidas, El Araña, La Globos, El Carpanta, El caballero Español y muchas otras extrañas criaturas que se ha tragado la tierra. Mis visitas al mismo antro pasaron a ser cada vez más repetidas. Lunes, martes, etc y en una combinación de suerte y habilidad no me convertí en uno de los parroquianos del lugar, pero sí estuve presente en algunas veladas a puerta cerrada después de la hora de cierre, cuando solamente bestias nocturnas tienen ánimo para seguir, o nada mejor que hacer... Probablemente podría haber invertido mi tiempo en algo mejor e intereses no me faltaban. Quizá la ausencia de estímulos en un momento hostil me colocaron en esas situaciones. Allí el barman hacía gala de sus trofeos de caza relatando hazañas con sus "gatitas" y presumiendo de infidelidades justificadas con el sufrimiento vivido en anteriores relaciones sentimentales. Las batallitas daban pie a que los feligreses, aprendices de tal manifiesta veteranía, se arrancasen con sus propias historietas a ver quién soltaba mayores tonterías y fantasmadas... Allí se acuñaron términos como "noche ibérica", "dar mortadela" o "poner de verano". Aquello era "La Taberna de Moe". Yo mientras, escuchaba y alternaba mis miradas al paisaje (que no tenía demasiado atractivo) con cierta atención a los video-clips musicales de la TV. La música no estaba mal; la cerveza, sin comentarios..., pero para un día que sale una, hace de tripas corazón y más si es gratis, pues a esas horas muchas pintas eran de gorra por ser un buen chaval... De vez en cuando venía un hedor insoportable del "tigre" que el barman achacaba a las tuberías del edificio y trataba de enmascarar con un spray. Curiosamente, años más tarde, regentaba otro establecimiento similar que olía exactamente igual. Mi chica se refiere a ese sitio como "El del cerdo".

Desde algunos años atrás había asimilado que no se puede estar a expensas de nadie si tienes un propósito. Por muchas explicaciones que busques, si no te quieren, no les tienes que convencer, de modo que mi costumbre por defecto era salir de "solanas" y ya si eso...me encontraba con alguien. Esto me ha llevado a una reflexión especialmente en estos tiempos en los que la "igualdad de género" es un tema recurrente, con ejemplos como lo de "volver a casa sola" y... demás, con los que estoy de acuerdo. Mi apreciación era y es que, yo podía ir a un bareto, pedir una birra, escuchar música tranquilo, sin más pretensiones. ¿ Acaso a muchas chicas no les gustaría hacer lo mismo ? Y la gran pregunta: ¿ lo pueden hacer sin que tarde demasiado en llegar un pesado y/o gilipollas a joderles el momento ? ¿ A que no ?  

En todas aquellas reiteradas salidas también hubo espacio para la amistad. Conocí a Arkero (nombre de pila: Luis), un buen colega hasta nuestros días, cuyo sobrenombre según dijo, procede de un "juego de Rol". Éste era un tipo de cabeza afeitada y camisetas de bandas Death Metal, Black Metal, Grindcore y estilos similares. Tenía un bajo B.C. Rich y contaba que también tocaba la guitarra. Hablaba de su pasado de larga melena integrando alguna banda, y que agarraron las lápidas de un cementerio cercano y se las llevaron al local. Combinaba sus pintas de cerveza con algunas copas de alcohol y cigarritos, a la vez que su sinceridad iba en aumento. Había cabida para la seriedad y la risa en eternas pláticas arreglando este mundo, que está hecho un Cristo...

Un fin de semana de aquellos, según cerramos aquel tugurio y nos disponíamos a abrir el de enfrente, mi cazadora vaquera que dejé colgada en el perchero no estaba. Horas después de darla por perdida, me presentaron a Waldo, un colombiano que la había confundido con la suya y me la traía de vuelta. Su chaqueta estaba en mi carro, pues fue lo que encontré y guardé como moneda de cambio. El chico trabajaba de mecánico y llevaba años en España, feliz de la vida. También era amante de los sonidos duros, hasta tal punto, que una noche de bar en bar, escuchaba la música de sus audífonos cuando no le gustaba lo que pinchaba el DJ. Fue en aquella fiesta cuando un par de amigas rebautizaron a Arkero como El Mejicano, debido a su relato sobre los orígenes de su progenitor.

En otra de esas juergas conocí a La Esfinge a.k.a. La Sota y a su amigo El Enano. Fue el inicio de un breve periodo de supuesta camaradería. El primero era un rarito, con el pelo estilo "bacinilla", mirada de loco asustado y un jersey que no apeaba. Fan del Metal progresivo y su grupo favorito Dream Theater (que no hay quien los trague). Pronto me di cuenta de su mayor tara, su aversión hacia las mujeres simplemente porque no ligaba, lo que ahora denominan "incel" (célibe involuntario); una causa de nuestras asperezas que dieron lugar al fin de la comunicación no tardando. El otro era un enfermero, además de un rata. Recuerdo haberle visto años antes en conciertos o tiendas de discos, jugando a ser heavy, con sus jeans elásticos e intento de melena. A todo eso renunció pronto durante sus años de Universidad y diversión de juventud, siempre tratando de gorronear y volver a casa con risitas por no haber gastado un duro. Tocaba la guitarra y su rollito eran virtuosos como Jason Becker.

Durante una temporada acostumbrábamos a echar las tardes de domingo por un barrio que aúna vecinos de toda la vida y estudiantes universitarios, para comentar las peripecias del fin de semana a golpe de cañas y tapas. Uno de esos días, habíamos quedado en un pub tipo el "CasiKeNo" de la serie 7 Vidas.

Llego y...:

Edu: "Qué pasa !" 
Enano: "Jijijiji..." (risa pillín repelente)
Sota: "Jajajaja, que te cuente, que te cuente..."
Edu: "Qué ! ?"
Enano: "Jijijiji...nada, nada, que ayer tenía la *noche viciosa*...y tuve *rollo-bollo* con una *jamona*"
Edu: "Ahh si ?"
Sota: "Bueno, bueno...a ver...era un poco BAZARRACO..."

En ese momento surgió el vocablo que más tarde adoptaría como nombre artístico. Era algo único, áspero y en cierto modo, me definía, pues no soy gran cosa pero estoy aquí, igual que esa chica a la que se referían este par de lelos. Hace poco me di cuenta de que el nombre no me iba, nunca me terminó de convencer, así que, fuera.

Con posterioridad en el bar de un camping de montaña, el Enano nos daba lecciones sobre las etapas de la vida. Todas esas mierdas de que la juventud es para disfrutar, pero luego lo suyo es tener a "la tronca". Que quería tener hijos para dejar aquí su legado... y yo...🤮 Al parecer ya tiene a la tronca de marras, que debe de ser toda una joyita... 

La Esfinge no tardó en dejar de hablarme sin ton ni son. Años después en un bar de ambiente gótico nos topamos con amigos en común y Arkero me pidió que le dijese algo y nos reconciliásemos, pero el tarao, rancio como él solo, dijo que no. Así que, a cagar.

La muerte es una parte muy importante de la vida (GG Allin)

- Otros relatos:
    - Ser un niño
    - Such A Giver



Comentarios

  1. Joder leyendo estas historias me he dado cuenta de lo viejo que soy (creo que estoy entrando en pánico)

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